martes, 11 de octubre de 2016

La muy chiquita y amistosa nanoarquea

Por Alejandra López

En el calor de las aguas termales, tanto marinas como terrestres, habita una muy pequeña criatura, del tamaño de 2 µm. Su nombre es Ignococcus hospitalis. Como la gran mayoría de sus primos y allegados arqueas, ésta es mucho muy pequeña (como acabo de mencionar). Sin embargo, no es de ella de quien se trata la presente entrada. Si creían que I. hospitalis era una cosa mínima indefensa en la vida, prepárense para lo que les voy a contar en las próximas oraciones. Atentos. 

Ignococcus hospitalis y su ectosimbionte,
Nanoarchaeum equitans. 
Crédito: Karl O. Stetter, 2005
En el exactísimo mismo lugar que nuestra compañera, si movemos nuestra mirada 1 µm hacia la derecha (o tal vez a la izquierda. Es de buscar), encontraremos a Nanoarchaeum equitans. Esta verdadera ternurita es un ectosimbionte de I. hospitalis, y tiene un tamaño de 400 nm de diámetro. El pedacito de vida ni siquiera puede llegar a existir lejos de su hospedero, dado que no sintetiza sus propios lípidos, ni nucleotidos, ni aminoácidos, ni cofactores. Éstos los obtiene de su compañera. Y, ¿qué obtiene ella a cambio? El tesoro de la amistad. La fortuna de no ir por la vida en soledad. El gozo de tener un chipuste pegado a ella por el resto de la eternidad (o de su tiempo de vida. Lo que sea que dure menos). Tal vez no sea tan ternurita después de todo. 

Referencias

Wurch, L., R. Giannone, Belisle, B., C. Swift, Utturkar, S., R. Hettich, Resenbach, A. y M. Podar. Genomics-informed isolation and characterization of a symbiotic Nanoarchaeota system from a terrestrial geothermal environment. Nature Communications, 7:12115

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